Juguetes – antifaces y máscaras

Las máscaras y antifaces tienen una larga historia sexual, al ocultar la personalidad y permitirnos liberarnos de los tabúes sociales. Igual que comentamos con la vestimenta, una simple máscara transmite un mensaje claro del tipo de sexo que queremos practicar, y rompe la rutina automáticamente.

La principal función de la máscara o antifaz es ocultarnos. Aunque sea algo sólo psicológico, esto nos ayuda a liberarnos de nuestras pautas de comportamiento y sentirnos otra persona. Así se nos hace más fácil probar cosas nuevas, tener sexo duro, comportarnos de forma que habitualmente nos da vergüenza, etc.

Por otro lado, y como comentamos en este post de la vestimenta, también podemos usar una máscara para transmitir un mensaje con respecto al sexo que nos apetece: si nos ponemos una máscara de sexo y tachuelas, tu pareja va a saber al momento que no te apetece sexo tranquilo y relajado.

Por otro lado las máscaras suelen asociarse al bondage y al intercambio de parejas. En el bondage se utilizan para despersonalizar, de forma que convertimos al individuo en un mero objeto sexual, y para ello suelen ser mayores, cubriendo toda la cara o incluso toda la cabeza. Como juguetes podemos combinarlos con las cuerdas para un bondage ligero. El convertirnos en un objeto sexual está relacionado con la dominación, con usar o ser usados, y concentrarnos en nuestra sexualidad en vez del cariño o intimidad de pareja.

Nuestra recomendación es evitar el primer impulso de comprar un antifaz de dos euros en un kiosko. Como mínimo ir a una tienda de disfraces, y buscar alguna máscara que transmita lo que deseamos: tiene que comunicar nuestro deseo, lo que nos apetece. Y si nos gusta el siguiente paso es pasarnos por un sexshop: aunque no todos tienen máscaras en stock, casi seguro que tienen un catálogo de sus proveedores, con una gran variedad.