Os proponemos una idea muy sencilla: Tener a tu pareja esperando que le hagas algo especial, y mantener esa expectación para que nuestra pareja se vaya excitando hasta el punto de que la más mínima caricia sea un estímulo erótico. Una placentera tortura!
Esta idea no es ni nueva ni extravagante, pero aún así nos parece interesante recordar este tipo de juegos. La base está en que uno tenga todo el control de la situación, y tenga al otro esperando. El «hacerle sufrir» consiste en alargar la espera, y tenerle excitado todo lo que podamos, hasta el punto de que todo su cuerpo esté expectante, sensible al más mínimo roce.
Primero: la introducción
Lo primero es conseguir que nuestra pareja se entere de qué va la actividad y se meta en su papel, de forma que luego no se salga del «guión». Así que llevamos a nuestra pareja a la habitación que nos apetezca, por ejemplo el dormitorio, y ahí le avisamos de que esta vez le toca aceptar órdenes: Mandamos nosotros y él/ella tiene que aceptarlo.
También le decimos que le vamos a hacer algo muy especial, que le vamos a hacer disfrutar enormemente. Vamos, tenemos que crear expectación, de forma que sepa que él/ella tiene el protagonismo y que todo lo que vamos a hacer está destinado a disfrute al máximo.
Segundo: creamos ambiente
Ahora dejamos a nuestra pareja de pie en medio de la habitación (por supuesto nos aseguramos de que el ambiente en la habitación escogida esté bien cálido) y le decimos que se desnude. Esto le sorprenderá, y si es necesario se lo repetimos mientras paseamos dando vueltas a su alrededor.
Si vemos que empieza a desnudarse rápidamente le avisamos de que tiene que hacerlo más lentamente, que le dé un poco de erotismo al asunto.
Tercero: viene la sorpresa
Así que ahora tienes a tu pareja de pie, desnudo y esperando algo nuevo y especial sobre su cuerpo. Es el momento de empezar con la sorpresa: Vamos a evitar completamente todo lo que se pueda esperar, así que nada de los habituales besos, caricias, oral… Un poco de sufrimiento le hará disfrutar más!
De esta forma tenemos que ir creando excitación sin afectar de forma directa a sus genitales y demás zonas erógenas «obvias». Empezaremos por las orejas y la nuca:
- Nos colocamos detrás de nuestra pareja para estimularle estas zonas, al principio evitaremos estar pegados a él/ella para que el estímulo sea mayor, y según vayamos avanzando nos podremos ir acercando más
- Le susurramos el tipo de comentarios que sabemos que le excitan, como por ejemplo:
- Comentarios sobre lo mucho que nos atrae su cuerpo: «tienes un culito que me vuelve loco/a»
- Lo excitados que estamos por su culpa: «me tienes constantemente goteando»
- Lenguaje obsceno, guarradas, etc
- Seguir creando expectación: «te voy a hacer gritar de placer»
- Sea lo que sea, siempre en un tono muy erótico, con muchas aspiraciones y jadeos
- Soplarle, besarle, lamerle y mordisquerle la oreja: Es importante que empecemos por un simple soplido y vayamos subiendo el nivel de estimulo, así potenciamos que su cuerpo esté preparado para estímulos ligeros
- Una vez tengamos sus orejas bien estimuladas (las dos, ya las debería tener rojas) pasamos a la nuca: también pasamos por los pasos de soplar, besar y lamer
Ahora vamos a incluir nuestro cuerpo en el juego: Nos quitamos la parte de arriba (camiseta, sujetador en el caso de ellas) y nos pegamos a su cuerpo, de forma que sienta nuestros pezones en su espalda. Una vez más un estímulo ligero, sin subir el umbral de sensación.
Cuarto: a por el resto del cuerpo
Nuestra pareja ya debería estar excitada, y ahora buscamos que todo su cuerpo esté expectante y sienta lo mismo que hemos ido provocando en las orejas y nuca:
- Bajamos por la espalda, con besitos y un poco de juego de lengua. Cuando nos estemos acercando al trasero (y él/ella esté ya disfrutando de lo que va a pasar ahí), le pasamos un dedo por la columna desde el cuello hasta justo donde la espalda pierde su nombre, muy suavemente y muy poco a poco
- Si intenta girarse en cualquier momento, no le dejamos, y le recordamos que tiene que obedecer y ser paciente
- Ignoramos su trasero y pasamos a sus piernas: Empezamos por la parte de atrás de las rodillas, que en ciertas personas son muy sensibles y suelen quedarse olvidadas. Lametones y caricias suaves con la punta del dedo
- Ahora subimos a por los muslos: Le damos unos golpecitos en la cara interior de las piernas y le decimos que las separe. Si todo va bien ya podremos ver signos visibles de su excitación, pero por supuesto vamos a evitar la estimulación directa un poco más. Subimos poco a poco por los muslos, ya sea con la lengua (en caso de muslos bien depilados o con poco pelo) o con la punta de los dedos (en caso de muslos con más vello)
Si vemos que nuestra pareja está ya a punto, podemos pasar al gran final y abandonar esta pequeña tortura. Pero si vemos que está disfrutando con el jueguecito, o que todavía requiere más excitación, podemos alargarlo pasando a la parte de delante:
- Le decimos que se dé la vuelta y hacemos el camino inverso al que hemos hecho en su espalda
- Empezamos por los muslos, acercándonos a sus genitales sin llegar a tocarlos
- Subimos a su abdomen y de ahí subimos lentamente por su pecho. Ignoramos sus pezones o incluso pasamos a propósito cerca de ellos pero sin llegar a tocarlos
- Llegamos al cuello (evitamos el beso directo en los labios) y aquí podemos pasar a estímulos más fuertes: besos, mordiscos, chupones…
Quinto: acabar
Hemos tenido a nuestra pareja esperando, y todo su cuerpo ha estado expectante con lo que va a pasar, con lo que estará tremendamente sensible al estímulo más ligero. Es decir, cualquier cosa que hagamos va a sentirla muchísimo, y esa sensación se va a extender por todo su cuerpo.
Os dejo a vosotros decidir cómo sacarle el máximo partido a esta situación: Podéis optar por darle rienda suelta al sexo duro, pasar a un sexo oral que recordará toda su vida, etc. Pero hagáis lo que hagáis os aseguro que os habrá salido rentable toda la preparación!!
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