Una buena postura para estimularle a ella muchas zonas erógenas: pecho, clítoris, vagina, ano… Él tiene acceso a todo!!
También podemos añadir algo de bonding y que él le agarre los brazos o el pelo. Y si a ella le gustan las penetraciones fuertes él puede agarrarse a la pierna superior de ella para impulsarse con fuerza.
En esta postura es más fácil una penetración algo más profunda, pero la posición de las piernas nos limitará esa profundidad, al chocar los muslos. Cuanto más levante ella las piernas (sigue tumbada de lado, pero se pone como en cuclillas), más profunda será la penetración.
Él puede optar por:
- Levantarse sobre las rodillas:
- Si se echa hacia atrás necesitará apoyarse sobre los brazos. Si se apoya sobre un único brazo le queda el otro libre para acariciarle un pecho a ella, o incluso el ano;
- Si se echa hacia delante se acerca a tumbarse encima de ella. La penetración es más profunda, y él puede hacer más fuerza en cada embate;
- Sentarse sobre sus pies:
- Es una postura más relajada, de forma que podemos prolongar la relación. Nos lo tomamos con tiempo, ya sea entrando y saliendo poco a poco, o quizás cogiendo un ritmo constante.
- Lo mejor es agarrarnos al muslo de ella y usar los brazos para facilitarnos el movimiento (tirar de ella hacia nosotros), con lo que se facilita mucho la penetración y podemos estar así mucho tiempo. En este caso se puede hacer mucha fuerza en cada embate, al empujar con brazos y piernas. Esto puede ser malo en el caso de penes largos, con los que estaríamos golpeando la cervix (molesto y hasta doloroso), pero muy bueno en el resto de casos, ya que para ella puede ser muy excitante sentir el cuerpo de él golpeándele las nalgas y los muslos, aportando un temblor a sus carnes que hace de vibrador;
- Si nos acercamos al orgasmo siempre podemos levantarnos, llegando al caso que hemos comentado antes.
La gran ventaja de esta postura es que ella tiene las piernas cerradas, y no hay muchas posturas que lo permitan con tanta facilidad. Esto hace que haya una presión sobre el pene, con lo que ella siente mucho más la penetración en los labios e incluso en el clítoris. Cuando se acerque al orgasmo ella contraerá los muslos, apretándolos y aumentando la sensación. Él también siente la presión, con lo que es mucho más agradable para ambos. Por ello esta postura es recomendable para los casos de penes finos o vaginas amplias.
Esta postura es bastante pasiva para ella, aunque al estar en una posición tan estable le quedan los brazos libres. El brazo del lado en el que está tumbada no puede emplearse (quizás para acariciarse el clítoris entre los muslos), pero el otro puede acariciarle los testículos a él entre sus piernas.
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