Todos identificamos al látigo como un instrumento de tortura, y precisamente por ello es un símbolo de poder, que facilita los juegos de dominación.
Los látigos, más normales en sus versiones corts, se asocian siempre con el sadomasoquismo. Y si queremos probar eso tenemos que tener en cuenta el límite de dolor, no dejar marcas visibles, la zona del cuerpo, palabra clave, el aftercare…
Pero aquí queremos recordar que el látigo puede usarse únicamente como un símbolo, dándole poder al que lo lleve. Puede solo portarlo, levantarlo o hacerlo restallar a su lado, el caso es que el poseedor del látigo es el dominante.
Y para este uso no necesitamos un látigo resistente y caro, con un látigo que aparente es suficiente. Así que si queremos usarlo en nuestros juegos de dominación solo necesitamos uno buen sencillo.
Ahora la pregunta es: ¿quién de los dos va a llevar el látigo?
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