Ideas – jugar con comida

Todos hemos visto esto en alguna película erótica: el amante le pone algo de nata montada a ella en los pezones, y luego se los limpia con la lengua. El juego erótico con comida puede ser estupendo, pero también puede acabar siendo un desastre.

Algunos consejos:

• Cuidado con las cantidades: si usamos mucha cantidad, deja de ser agradable. Tienen que ser cantidades pequeñas que se puedan comer casi de un bocado. Si no corremos el riesgo de acabar hasta las narices de la maldita nata montada y perder el erotismo;
• Elegir bien la comida. Algunas comidas, como la miel, es mejor dejarlas para los profesionales: es pegajosa y puede volverlo todo desagradable. Otras, como el chocolate líquido, pueden ser manejables en muy pequeñas cantidades (un pequeño reguero), pero pueden irse de las manos fácilmente. Cuanto más ligera y aireada sea la comida, mejor: la nata montada es un clásico.

• Nada de líquidos: se escurren y no ayudan;
• Tomarnos nuestro tiempo e ir por partes. Primero aplicamos un poco en un sitio (por ejemplo, los pezones), y lo limpiamos. Luego en otro sitio (por ejemplo el trasero) y lo limpiamos. Y así sucesivamente hasta llegar a la entrepierna. Pero nada de desnudar completamente a nuestra pareja y ponérselo en todos sitios: se irá cayendo o calentando, y para cuando lleguemos al final no quedará nada.

• Jugar con las sensaciones de frío/calor. La nata montada deja una sensación de frío que endurece los pezones y hace distinto el sexo oral. Las comidas calientes, como el chocolate, pueden ser muy agradables por toda la piel. Eso sí, sin pasarnos: demasiado frío puede ser desagradable o provocar enfermedades, y demasiado calor puede ser un desastre;
• Lamer es un arte. Lamer unos pezones puede ser toda una experiencia: primero empezamos con pasadas cortas de lengua, en las que casi no tocamos el pezón, luego nos vamos acercando, y pasamos a lamerlo más fuertemente, empujándolo con la punta. Nada de lametones fuertes con toda la lengüa: si nos gusta eso, lo dejamos para el final. Si lo hacemos al principio dejaremos la zona con poca sensibilidad, y habremos perdido una zona erógena para el juego;

• Asegurarnos de que nuestra pareja sufra la tensión: tenemos que conseguir que nuestra pareja quiera meternos prisa, que nos intente empujar hacia su entrepierna. En ese caso podemos besarla con fuerza y decirle que tiene que tener paciencia, y volver al juego. Pero tendremos claro que la estamos volviendo loca;
• Aprovechar la comida para sugerir sexo: si asociamos una determinada comida, como por ejemplo la nata montada, a este juego, podremos comentarle a nuestra pareja algo como:
  • «Sabes qué me apetecería comer ahora?»
  • «Qué, cariño?»
  • «Un poco de nata montada bien colocada» (guiño, guiño)
  • Con esto el mensaje está claro. También podemos comprar el bote de nata montada y dejarlo bien a la vista, ya sea para practicar el juego como comensal o como «mesa».

Hala, a disfrutar de la comida. Que ustedes lo disfruten!