Los pezones masculinos también pueden ser una fuente de placer, pero puede que requieran de cierto «entrenamiento». ¿Estáis dispuestos a probarlo?

Los pezones masculinos suelen quedar un poco olvidados: unas pocas caricias, algún lametón ocasional… pero pocas veces reciben tanto caso como los femeninos. Y es que se suele pensar que son menos sensibles, a pesar de que varios estudios han demostrado lo contrario: aproximadamente la mitad de los hombres se excitan con los pezones.

Así que en muchos casos el problema es sólo la falta de costumbre: los pezones masculinos no están acostumbrados a ser excitados, al roce erótico, y por lo tanto les cuesta más «ponerse a tono». Y acabamos considerando erróneamente que son «menos sensibles».

Por eso os recomendamos un proceso de entrenamiento: tenemos que acostumbrarles a esos pezoncitos a que estén cachondos y generen placer. Y ojo, que esto no pasa en par de días: es necesario ser persistentes y mantener el estímulo durante un buen tiempo para que se acostumbren. Pero no os preocupéis, os aseguramos que es muy divertido! Por eso lo primero es hablarlo y tener claro que es algo que va a llevarnos un tiempo: pensemos que un mes (puede ser más o menos, pero es un plazo asumible).

Y también va a ser estrictamente necesario que él se concentre en sus sensaciones y las comunique. Si siente algo, lo dice. Y si no, también. Y si no le gusta, lo dice y bajamos el estímulo. Pero la clave está en que se comunique.

Y ¿cómo los vamos a entrenar? Lo principal es estimularlos siempre que él esté excitado, para que su cuerpo relacione ambas señales y acabe tomándolo como algo normal. Es decir, que siempre que le excitemos le estimularemos los pezones: ya sea en el sexo, en unas caricias eróticas, o un simple beso caliente. Pero el orden está claro: primero le excitamos y luego le estimulamos los pezones. Cuando se acostumbre a esto y sus pezones sean sensibles ya pasará al revés: el estímulo de los pezones le excitará.

El nivel de estímulo de los pezones tiene que ser gradual (a menos que descubramos en el proceso que le pone lo duro, claro), y acorde con la excitación. Por ejemplo: Si tenéis un beso caliente: ella puede pasar sus dedos ligeramente por encima de sus pezones, acariciándoselos suavemente a través de la ropa. Pero si ya estáis metiéndoos mano en un ascensor podemos pasar a acariciárselos directamente o apretarlos un poco. Y si ya estamos metidos en sexo ya podemos hablar de lamérselos.

Con esto empezaremos suave, durante unos días. En cuanto él sienta sus pezones respondiendo al estímulo, podemos ir subiendo el estímulo: de acariciar pasaremos a pellizcar, y de lamer a succionar. Y volvemos a dejar pasar unos días, estimulando los pezones en cualquier contacto sexual, pero ahora algo más fuerte. Y cuando ya estén acostumbrándose volvemos a subir el nivel: podemos retorcerlos, jugar con hielo o darles golpecitos con la uña. Y al de unos días podemos pasar a morderlos o ponerles pinzas. Así iremos subiendo el estímulo siempre que le guste, y si no volvemos a bajarlo y ya lo subiremos de nuevo cuando se acostumbren.

Así que, ¿qué puede pasar al de un mes? Puede ser que no hay manera: da igual lo que hagáis, no sienten nada. Es raro, pero puede pasar. Si es así, es mejor saberlo y no andar probando una y otra vez. Pero lo más probable es que se acostumbre y sienta placer, pero sólo hasta un nivel. Y eso es estupendo, ya tenemos una zona erógena más y sabemos hasta donde le pone. Y sus pezones ya estarán receptivos y podrán ser usados para excitarle. Y si tenéis mucha suerte descubriréis unos pezones a los que le va la marcha y se ponen a todo con todo!

En resumen: un entrenamiento muy divertido que requiere de un poco de constancia y mucha comunicación! Y eso es estupendo en la pareja.


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