Ya hemos comentado en otros posts que la literatura erótica y sus variantes en formato cómic pueden ser estupendas actividades a realizar en la pareja. Ahora vamos a hacer esto mismo, pero hablado. Se trata de contarle a nuestra pareja una historia erótica.
Sí, es cierto, da mucho corte 🙂 Sobre todo si llegas a la parte en la que la niña de quince años empieza a gemir y pedir más y más. Pero bueno, si mantenemos cierto tono de diversión le perderemos la vergüenza y gemiremos como haga falta. Y digo «cierto tono de diversión» porque, al menos en nuestro caso, si lo llevamos a la comedia ya perdemos todo erotismo. Aquí cada pareja verá sus límites, pero si empezamos a reírnos se acabó.
Esta actividad se practica mejor en la cama o un lugar similar. Las noches en que no tengamos que levantarnos pronto a la mañana siguiente nos permitirán alargarlo lo que queramos. Y de esta forma podemos estar hablando un rato antes de darnos al desenfreno total.
Al principio las historias serán algunas de las que hallamos leído. Luego iremos añadiendo toques propios, que nuestra pareja empezará a reconocer. Y al final seguro que nos animamos a inventarnos historias enteras. Esta es la mejor parte, porque entonces esas historias están hechas a nuestra medida, con todos los elementos que nos excitan. Mientras tengamos cuidado en no repetirnos demasiado, todo irá bien.
Así que nos metemos en la cama y nos ponemos a contar una historia el primer día? Hombre, así seguro que da corte. Lo hablamos antes con nuestra pareja, quedamos en que empieza uno de los dos un día determinado y que al otro le toca al de una semana, y así el terreno está preparado. Pero lo más importante es la participación: el oyente debe ayudar a la historia. Cómo? Preguntando e incluso sugiriendo. Por ejemplo, si estás contando una historia en la que una chica está en la piscina, observando a los chicos, nuestra pareja puede preguntarnos por el bikini. Con esto podemos pasar a describir lo poco que cubre sus pechos, o que le queda pequeño porque se ha confundido y ha cogido un bikini de su hermana pequeña… lo que venga bien para la siguiente escena.
Otra posibilidad muy interesante es imitar la historia. Cuando ya nos estemos empezando a excitar el oyente puede pedir una «demostración práctica». Si por ejemplo estamos contando cómo le acaricia los pechos un hombre a una mujer, nuestra pareja puede pedirnos que lo hagamos en sus pechos. Eso sí, sin interrumpir completamente el cuento. Vamos aumentando la tensión: le levantaba así los pechos por abajo, le rozaba los pezones, luego jugueteaba con ellos… y seguimos contando la historia. También podemos seguir acariciarnos durante el resto de la historia, o incluso masturbarnos mutuamente poco a poco. Con esto tenemos un nivel de erotismo alto durante un rato, hasta que no podamos más o se acabe la historia. Y entonces ya liberamos toda la tensión acumulada.
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