Los juguetes sexuales se han convertido en algo habitual hoy en día. Ya podemos comprar anillos peneanos en los grandes supermercados (de Durex, aunque de baja calidad), vibradores disfrazados de masajeadores, etc. La cultura ha aceptado que los juguetes sexuales son algo normal, y por lo tanto aparecen en series, películas, etc.
Una actividad que podemos hacer en conjunto es ir de compras de juguetes sexuales. Si no tenemos vergüenza al respecto (y no hay por qué ), podemos ir juntos a un sexshop y allí podremos verlos, sentir su peso, textura, velocidad de vibración, etc. Es decir, que en un sexshop tenemos la ventaja de conocer realmente el producto a nivel físico. En algunos sexshop (desgraciadamente, no en todos) pueden asesorarnos apropiadamente sobre la forma de uso de cada aparato: si puede sumergirse o no, formas de limpieza, si se puede meter en el fregaplatos, si se puede calentar o enfriar, etc. Un sexshop agradable y con dependientes con conocimientos es algo que deberemos buscar si pretendemos tener una colección de juguetes.
Uno de los problemas de los sexshop físicos es su stock limitado: tienden a tener un catálogo reducido de productos, mucho más extenso en aquello que se vende mejor (evidentemente). Es decir, en casi todas las tiendas solemos encontrar un gran número de vibradores y dildos, por poner un ejemplo, mientras que puede ser difícil encontrar un surtido amplio de lencería.
Por ello una alternativa son las tiendas virtuales. Ahora hay muchísimas, algunas con tienda física y otras sin ella. Todas suelen ofrecer el envío discreto, por lo que no hay ningún problema. Su stock suele ser bastante más amplio, por lo que podemos emplearlas para echar un vistazo a lo que ofrece el mercado.
Sin embargo, hay ciertos productos que deberíamos ver físicamente antes de comprar: lencería (el tema de las tallas es una locura, dependiendo de la nacionalidad del fabricante), vibradores (la textura, el peso y la forma son algo obligatorio a sentir), etc. Sin embargo, comprar unas esposas o un juego de mesa por internet es perfecto.
Mi consejo es empezar por las tiendas de internet: mirar, ver alternativas y conocer los productos nuevos. Es decir, nos sentamos los dos delante del ordenador y nos pasamos un buen rato mirando, charlando, comentando lo que nos gusta o nos atrae, y lo que nos disgusta o asusta. Es un buen momento para ampliar nuestro ámbito de confort y comentar con nuestra pareja nuevas posibilidades.
Una vez hallamos encontrado algún tipo de producto que nos interese, recomiendo probar los sexshop de la ciudad más cercana, para saber si son agradables, qué tipo de conocimientos tienen y cómo de grande es su stock. Si no encontramos ninguno interesante o el producto no necesita ser palpado, siempre podemos comprarlo en la red. Pero no hay nada como sentir el peso, la vibración o la textura de un objeto. Incluso su tamaño puede engañar en las fotos de un sitio web!
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