La boca es una maravillosa herramienta sexual: besar, lamer, acariciar, soplar… Pero ¿usamos los dientes? Los mordiscos son una práctica sexual muy antigua, que a muchas personas les resulta increíblemente placentera. Sólo hay que saber en qué sitios y cómo le gustan a nuestra pareja, porque hay muchos tipos de mordiscos. En este post os damos unos apuntes para que elijáis cuál probar primero!
El tema de los mordisquitos viene de lejos: Ya se les da un capítulo aparte en el Kamasutra, en el que se hacen los siguientes comentarios:
- Los dientes pueden ser más o menos bonitos, pero lo que sí hay que tener siempre presente es cómo de «dañinos» pueden ser. Me explico: hay quien tiene los dientes más afilados, o con muescas que le generan zonas puntiagudas, o descolocados… vamos, que cualquier cosa que haga que los dientes no sean una superficie plana puede ser dolorosa en zonas íntimas. Así que hay que saber cómo tenemos los dientes y qué efecto pueden tener en la piel;
- Hay muchas formas de morder, básicamente diferenciadas por dónde se muerde, la intensidad del mordisco y la forma en que se haga. En el Kamasutra se utilizan como marcas «de guerra», por lo que hoy en día no son muy aplicables, pero lo que tenemos que aprender es que hay muchas variaciones;
- La intensidad del mordisco es obvia: Hay mordiscos que son una sensación suave, mientras que otros dejan una buena marca;
- La forma de hacer el mordisco se refiere a si morder un pequeño trozo de piel (dejando un punto de sensación), o morder una buena cantidad de piel (la sensación afectaría a toda una zona). También podemos combinar varios mordiscos en un área, haciendo una línea, por ejemplo, o quizás sólo pasar nuestros dientes superiores por la piel, como arañándola;
- En general cualquier sitio que se pueda besar, se puede morder. Vamos, que tenemos carta blanca (ojos y sitios similares aparte).
Aparte de la forma de los dientes, el otro gran componente del mordisco es la sensibilidad de la piel de nuestra pareja, y en esto hay un enorme espectro de posibilidades:
- Hay gente que tiene la piel enormemente sensible, lo que está muy bien para dar besos y caricias, pero que los mordiscos pueden ser desagradables (sensación de quemazón);
- Las personas con pieles fuertes pueden disfrutar muchísimo con los mordiscos, y podemos plantearnos mantener la fuerza del mordisco durante un buen rato, tirar de la piel, etc;
Si tenemos unos dientes afilados o desiguales, o nuestra pareja tiene la piel muy sensible, siempre podemos morder con los labios: Nos preocupamos de que siempre estén nuestros labios entre nuestros dientes y la piel de nuestra pareja, de forma que hacen de muelle.
Asociada a la sensibilidad suele ir el dolor (aunque no siempre): Hay gente que puede sentir dolor fácilmente con un mordisco (pieles sensibles), pero que si tiene una gran tolerancia al dolor puede disfrutar de mordiscos fuertes. Las pieles débiles tienen tendencia a enrojecerse o incluso amoratarse más fácilmente, con lo que puede que tengamos que tener cuidado. Aquí entra en juego hasta qué punto queremos acercarnos al dolor, o lo disfrutamos.
Por otro lado es evidente que no todas las zonas tienen la misma sensibilidad: los pezones son, en general, muchísimo más sensibles que la piel normal. Además hay zonas que tendremos que tratar con cuidado, porque son visibles en el día a día, y no es cuestión de ir con una marca enorme de un mordisco a trabajar. Eso sí, dejar marcadas ciertas zonas nos dará una sensación de «posesión» de nuestra pareja que puede excitarnos enormemente. Si hablamos de zonas, podemos dividir las zonas más habituales para los mordiscos en:
- Cabeza:
- Los clásicos son las orejas, especialmente el lóbulo de las orejas, que no duele y del que podemos tirar a gusto;
- El cuello es muy sensible, pero tendremos que tener cuidado con dejar marca: Lo recomendable es morder con la boca bien abierta y sin cerrar los labios en torno a la piel, para que no aparezca un «chupón»;
- Labios: El beso con mordisco en los labios también es de lo más normal, pudiendo estirar del labio, aunque con cuidado (podemos dañar el interior del mismo);
- Pecho: Los pechos y especialmente los pezones, los grandes objetivos de los mordiscos. Mordisquitos en los pezones, mordiscos mayores que cogen el pezón y la aureola, incorporar succión, tirar del pezón al morder… lo que la excitación y la piel aguanten;
- Brazos:
- La parte interior de los antebrazos es una zona sensible, dependiendo de las personas. Pero también puede tender a dejar marca, así que con cuidado;
- Las manos, especialmente las yemas de los dedos: Lamer, chupar, morder…
- Abdómen: Tanto más sensible cuanto más abajo, lo suyo es acercarnos a las ingles;
- Espalda: Aunque no es muy sensible podemos poner a nuestra pareja boca abajo (sensación de dominio) e ir bajando en una línea de mordiscos. Precísamente por no ser muy sensible aquí sí que tendremos que morder más fuerte;
- El culo: Estupendo, un sitio perfecto, sin mucha sensibilidad pero muy erógeno. A por él!;
- Las piernas: A menos que nos gusten los pies (a los que podemos aplicarles lo mismo que las manos), la única zona sensible es la cara interior de los muslos, a la que podemos mordisquear cuando nos acercamos a los genitales desde abajo, haciendo que nuestra pareja se vuelva loca de anticipación;
- Genitales: Siempre con mucho cuidado y sólo si nuestra pareja ya está excitada!
- En el hombre tenemos varios sitios: El tronco del pene, el glande y los testículos. En general son mordiscos en los que sólo marcamos los dientes, sin fuerza y con más labios que otra cosa;
- En la mujer tenemos los labios vaginales y el clítoris. Los labios se prestan más, ya que en general son menos sensibles y bastante elásticos, por lo que podemos tirar un poco. El clítoris es otra cosa: Es muy sensible y puede ser que un poco más de presión haga cambiar la sensación de placentera a desagradable, así que con mucho cuidado.
Y a todo esto hay que añadirle la componente de la excitación: lo que no nos gusta en un momento sin excitación puede volvernos locos cuando estamos muy excitados (aunque luego tengamos unas buenas marcas, claro). Así aprenderemos que a nuestra pareja le pueden gustar unos mordiscos pequeños en el cuello para empezar a excitarnos, pero que lo que realmente le hace acabar en un sonoro orgasmo son unos buenos dientes en los genitales.
En cualquier caso esto es cuestión de prueba y error, poco a poco pero dejándonos llevar cuando veamos que nuestra pareja responde bien. Yo os recomiendo ser meticulosos, y probar todas las zonas en todos los momentos, y así no se os escapará nada (y tenéis excusa para probarlo, claro 🙂 ).
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