El sexo en la bañera, la piscina o el mar suenan de maravilla: cuerpos resbaladizos y húmedos. Pero la realidad es muy distinta: el sexo en el agua puede ser bastante poco agradable.

Las fantasías sexuales en el agua se venden solas: imágenes de cuerpos brillantes entre el jabón o las olas. El problema viene cuando intentamos llevarlo a la práctica: el agua disuelve toda la lubricación natural, con lo que la penetración deja de ser fácil y agradable.

Ojo, si tenéis una lubricación muy abundante (especialmente ella) puede que no sea tan malo y sólo os cueste un poco más. Pero lo normal es que el rozamiento de la penetración sea tan fuerte que es molesta. Y si mantenemos ese rozamiento durante un buen rato podemos tener nuestros genitales doloridos o incluso exponemos a infecciones.

Además el agua de mar, de río o incluso la de la piscina pueden tener microorganismos que estaremos metiendo en la vagina, con el consiguiente peligro de infección.

Así que la mejor opción es juguetear en el agua pero dejar la penetración para fuera del agua. Y cuidado con los resbalones!


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