Hemos hablado en varias ocasiones de las zonas erógenas: de cómo varían mucho de persona en persona, y además de cómo cambian en la misma persona. Poco a poco ciertas zonas pueden ganar o perder sensibilidad, o de repente un día cierta zona se encuentra más «cooperativa» y se siente mejor. Pero a veces estos cambios nos pillan por sorpresa, y encontramos placer donde no nos lo esperábamos. ¿Es tu caso?

De repente un día una zona que nunca te había dicho mucho empieza a sentirse muy bien. Pero que muy bien! Y no sólo te pilla por sorpresa a ti, sino que también a tu pareja: nunca habías dicho nada cuando te besaba o acariciaba esa zona y ahora te pones a gemir como un loco/a.

Algunas zonas sorprendentes que suelen sorprender:

  • El cuello, sobre todo en las mujeres: tanto por delante, hasta la clavícula, como en la nuca
  • Las orejas, especialmente el lóbulo. ¿Qué hace una zona erógena tan lejos de las demás? Lamer las orejas, mordisquear el lóbulo y meter la lengüa dentro de la oreja son muchas posibilidades a probar
  • La parte inferior de la espalda: justo encima del trasero hay un hueco que en ciertas personas es sensible a las caricias ligeras
  • La parte superior de la espalda, entre los omoplatos: también muy sensible a caricias
  • El pelo y el cuero cabelludo: los masajes mientras lavamos el pelo y agarrarle del pelo durante el sexo son buenas ideas para la gente que tiene esta zona erógena
  • La parte inferior de los abdominales, justo encima de la entrepierna
  • Detrás de las rodillas
  • Las axilas
  • Los tobillos

¿Habéis probado todas? ¿Alguna os ha funcionado alguna vez? Como consejo: seguir probando distintas zonas de vez en cuando, a ver si acertamos en el día correcto y encontramos algo nuevo!


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