El sexo anal es casi normal hoy en día, así que si todavía no lo has probado te estarás planteando hacerlo. Otra posibilidad es que a tu pareja le vuelva loco/a tu trasero, y sospeches o te haya dicho que le encantaría probar el anal. Sea por lo que sea, el caso es que quieres estár seguro/a de si el anal te va antes de intentarlo, y lo mejor es probarlo por tu cuenta, a tu ritmo.
¿Por qué? Porque lo primero es conocer tu propio cuerpo, cómo responde a los estímulos, lo que le gusta y lo que no. Y aunque tu pareja te puede ayudar con ello, normalmente el anal es algo que hay que acostumbrarse a disfrutar. Así que es mejor ponerte por tu cuenta, y cuando ya tengas una idea de lo que le va a tu culito, incluir a tu pareja en el juego.
Lo primero para probar es excitarte: el ano suele necesitar de que estés ya excitado/a. Así que mira porno, lee literatura erótica o saca tu hentai favorito, pero ponte a tono. Empieza a masturbarte, y cuando estés ya bien calentito/a, empieza a acariciarte el trasero suavemente. Empieza a hacerlo sin lubricante, para sentir tu piel tal y como es: con sus rugosidades e imperfecciones. Esto es importante, porque algunas zonas pueden ser más agradables y otras menos, y el lubricante puede enmascarar la sensación.
Explora todas las zonas antes de ir a tu ano, desde la parte de abajo de tu espalda: nalgas, el perineo y la zona que rodea el ano. Prueba varias cosas: caricias, apretar, hacer círculos, etc, pero sin presionar demasiado. Y sigue excitándote a la vez, masturbándote.
Una vez que hayas pasado por toda la zona es la hora de aplicar lubricante. Una opción es usar lubricante normal, de base agua, que se limpia fácilmente. Por si acaso pon una toalla debajo, para no tener que preocuparte de manchar nada. Otra opción es la ducha: bajo el agua calentita y usando el jabón como lubricante deberías tener el trasero lo suficientemente relajado como que disfrute. El problema de la ducha es que no puedes ver vídeos ni leer, y que tienes el tiempo limitado a lo que aguante tu agua caliente, así que normalmente es preferiblemente empezar en la cama y pasar a la ducha cuando te encuentres más seguro. Eso sí, la ducha es perfecta para aquellos que tienen una idea del culo «sucia»: en la ducha hay agua y jabón para mantenerlo limpio, así que deberían irse esas ideas preconcebidas.
Pero ya sea con lubricante o jabón, es el momento de juguetear con el ano y presionar hacia dentro. Por supuesto, poco a poco, dejando que se relaje y sin parar de excitarnos/masturbarnos. Y no se trata de conseguir una penetración al primer intento, sino de que se acostumbre a dilatarse: empujaremos con el dedo hasta que se dilate y lo sacamos, para volver a empezar.
Así que la idea es probar varias veces, porque esto no es algo que se consigue a la primera. Si le empiezas a coger el gustillo, o notas que es algo cómodo para ti, es hora de meter a tu pareja en el juego. Tu trasero ya estará acostumbrado a que le anden tocando y empujando, y podrás disfrutar de él. Y si tienes cualquier problema, es mejor saberlo y decírselo directamente a tu pareja, para que no tenga expectativas que no se van a cumplir!
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